

A principios del siglo XV surgió en Europa una sociedad mercantil, con la creación de bancos en las ciudades más prósperas, como París o Florencia; en esta última, la prosperidad permitió el ascenso al poder de la familia Médici con su consiguiente influencia política; y se convertirían en los grandes mecenas de todas las artes. A pesar de que los artistas continuaban siendo considerados como artesanos, mejoraron su posición social gracias a los mecenazgos que procuraban elevar la posición de sus artistas protegidos a oficios liberales.3 Siguiendo las observaciones de Leon Battista Alberti: "...el artista en este contexto social no debe ser un simple artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los terrenos".
A lo largo del siglo XV apareció en Italia el periodo denominado como el quattrocento o el rinascimento dell'antichità, movimiento artístico que evolucionó las técnicas de la pintura, especialmente el dibujo. En el quattrocento se utilizó la perspectiva como medio para conseguir una mayor exactitud en la expresión de la realidad desde un determinado punto de vista,4 y se perfeccionó la técnica al óleo. La arquitectura se inspiró en el arte griego, con unas líneas más puras y con cánones de una gran armonía; igualmente, en la escultura, se observó un retorno a la imitación de la figura clásica, con la anatomía como centro de atención y buscando la perfección del cuerpo humano. Grandes artistas, como los arquitectos Filippo Brunelleschi y Leon Battista Alberti, los pintores Masaccio, Sandro Botticelli, Filippo Lippi y Piero della Francesca, y los escultores Ghiberti o Donatello, contribuyeron al esplendor del arte de esta época.5
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