
Pintado por
Velázquez hacia 1630 en su primer viaje a Italia, fue posteriormente
comprado por Felipe IV en 1634. El tema elegido está inspirado en las
Metamorfosis de Ovidio: Apolo se acerca a la fragua de Vulcano para
contarle la infidelidad de su esposa, Venus, con Marte. Al escuchar la
noticia toda la fragua se queda petrificada: esta sensación la ha
conseguido perfectamente el artista. Velázquez se ha puesto en contacto
con el
arte italiano,
como se observa en las anatomías de los ayudantes de Vulcano, situados
en diferentes posturas para demostrar el dominio de las figuras. También
se advierte el interés mostrado por conseguir el efecto espacial,
recurriendo a disponer figuras en diferentes planos, ocupando todo el
espacio, relacionándose a través de líneas en zig-zag. La luz también ha
experimentado un sensible cambio al modelar con ella las formas de los
cuerpos que revelan la estructura de los huesos y músculos bajo la piel.
Se advierte que estamos, sin duda, ante una nueva fase del arte
velazqueño.
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