
Piero della Francesca es el sobrenombre por el que conocemos a Piero De
Benedetto Dei Franceschi. Este artista será el gran enamorado de la luz
en el
Quattrocento
italiano y uno de los más grandes pintores del siglo XV. Nació en Borgo
San Sepolcro entre 1416 y 1417; desconocemos con quién realizó su
formación suponiéndose que fue en su ciudad natal, posiblemente en el
taller de Antonio de Anghiari, siendo la primera noticia documentada de
1439, cuando estaba en Florencia con
Domenico Veneziano
pintando los frescos de San Egidio, hoy perdidos. También se especula
sobre un aprendizaje en la capital de la Toscana debido al profundo
conocimiento de las obras del
Beato Angelico,
Paolo Ucello y
Masaccio,
a quienes debe parte de su formación. Ya en estos años juveniles
muestra una profunda admiración hacia la perspectiva, la proporción, el
orden y la simetría, siguiendo las teorías arquitectónicas y matemáticas
de Leon Battista Alberti. En 1442 está de nuevo en Borgo San Sepolcro,
iniciando sus originales creaciones con el
Políptico de la Misericordia y el
Bautismo de Cristo,
cuyos fondos nos remiten al paisaje de Las Marcas. Se considera que
entre 1448 y 1451 residiría en Ferrara ya que los artistas locales
exhiben una gran dependencia de la pintura de Piero, aunque no tengamos
ninguna documentación relativa a esta estancia. Su fama irá en aumento
ya que en 1451 le encontramos en Rímini, trabajando en el fresco de
Sigismondo Pandolfo Malatesta y San Sigismondo
para el Templo Malatestiano. En sus obras aportará una iluminación
especial, resaltando la volumetría de las figuras, insertadas
correctamente en el espacio. Al año siguiente recibe el encargo de la
decoración de la
capilla
del coro de la iglesia de San Francisco en Arezzo, donde pintará la
Leyenda de la Vera Cruz, su obra maestra, realizada entre 1452 y 1466.
En 1458 viaja a Roma y permanece desde el mes de octubre hasta abril,
trabajando en la decoración al fresco de la cámara del papa Pío II,
recibiendo 150 florines por la labor. En 1460 de nuevo está en Borgo de
San Sepolcro, regresando siempre que puede a su ciudad natal donde se
encuentra en su verdadero ambiente. En esta década iniciará una intensa
relación con los duques de Urbino,
Federico de Montefeltro y
Battista Sforza,
para quien realizará numerosas obras. Urbino quería ser una "Nueva
Atenas", promocionando culturalmente el duque su ciudad por lo que llamó
a los mejores artistas y humanistas. Piero aportará un nuevo lenguaje
presidido por la arquitectura, como vemos en la
Pala Brera, la
Virgen de Senigallia o la
Flagelación de Cristo, las tres obras más importantes del maestro en su madurez. La influencia de la
pintura flamenca
se pone de manifiesto en esta época, donde las figuras continúan con su
frialdad expresiva. En 1478 parece abandonar la pintura debido a una
enfermedad ocular, interesándose por la perspectiva y las matemáticas,
escribiendo tres importantes tratados: "De prospectiva pingendi",
"Trattato d´abaco" y "De quinque corporibus regularibus", revelando en
ellos su deseo de plasmar la realidad de las cosas a través del orden
matemático, siguiendo a Brunelleschi o Alberti. Piero falleció en Borgo
San Sepolcro el 12 de octubre de 1492, el mismo día que Colón llegaba a
América. Entre sus discípulos más importantes destacan
Luca Signorelli y
Melozzo da Forli,
aunque la fama de Piero cayera pronto en el olvido. En el siglo XIX se
volvió a tomar interés por su pintura, atrayendo a varios
impresionistas como
Degas.
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