El éxtasis de Santa Teresa
La obra más emblemática de Bernini como escultor es la capilla
Cornaro en Santa Maria della Vittoria (1647-52), encargada por el
cardenal Federico Cornaro, en la que al observador se le atrapa en medio
de un juego de sugestivas relaciones, convirtiéndole en parte
constitutiva del hecho artístico, en espectador activo de una
representación viviente. El "fue el primero en emprender la unificación
de la arquitectura, pintura y escultura de modo que juntas forman un
todo magnífico" (Baldinucci). Así evidenciaba el biógrafo de Bernini la
revolucionaria conquista del artista y su concepción puramente visual de
la interrelación entre las artes. En esta capilla, Bernini supo dar
vida al espectáculo total, creando un cuadro teatral fijo en el que se
transpone la celda conventual de Santa Teresa en el momento en que,
sufriendo una mística experiencia, disfruta de la unión extática suprema
con Cristo. De esa visión, entre sobrenatural y humana, el observador
es testigo gracias a que el convexo edículo arquitectónico, de ricos
mármoles polícromos y cálido bronce dorado, sobre el altar es un
bambalinón que reduce la embocadura del escenario; el grupo escultórico
del Extasis de Santa Teresa son los actores que, en medio de la
interpretación, permanecen quietos durante unos momentos sobre la
escena; la luz natural procedente de un transparente, que se materializa
en un haz de rayos dorados que envuelve a los personajes, suspendidos
en medio del aire sobre un cúmulo de nubes, es la gloria o tramoya que
posibilita el vuelo entre los focos de luz indirecta de la iluminación
escénica; el fresco de El Paraíso pintado por G. Abbatini, invadiendo la
estructura arquitectónica, es el decorado escenográfico; los miembros
de la familia Cornaro asomados a unos balcones laterales, genial
transformación de las tradicionales tumbas parietales, son los palcos
proscenios del teatro, el mismo en el que, sin proponérselo, el
observador se ha colgado sin pagar entrada.
El grupo -que no puede extrapolarse del conjunto de la capilla, de la
que constituye el núcleo de máxima tensión- es en sí mismo una de las
más exquisitas esculturas de la historia del arte, insuperable en su
interpretación del éxtasis como turbamiento espiritual y sensual a un
tiempo, pero también por su alto virtuosismo técnico. Las palabras con
las que la Santa describe su experiencia en el "Libro de su vida"
encuentran en Bernini al más extraordinario de los traductores por su
rara capacidad de fundir tensión espiritual y carga emotiva y sensual,
los componentes básicos de la religiosidad barroca, gracias a un
conocimiento exhaustivo de las posibilidades expresivas de los
materiales y a un dominio insólito de los procedimientos.
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